SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.27 número3El sendero industrial del almidón nativo en Argentina: elecciones técnicas en una cooperativa de productoresUm regime de terror para os indígenas kaiowá no Brasil contemporâneo (ou subjetividade analítica e compreensão da violência) índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Etnográfica

versión impresa ISSN 0873-6561

Etnográfica vol.27 no.3 Lisboa dic. 2023  Epub 08-Ene-2024

https://doi.org/10.4000/etnografica.14796 

Artigo original

Temporalidad de la cooperación comunitaria transnacional: impactos en la gobernanza comunitaria

Temporalidade da cooperação comunitária transnacional: impactos na governança comunitária

Jorge Hernández-Diaz1  , conceptualización, investigación, metodología, redacción-borrador original
http://orcid.org/0000-0002-0283-4995

1 Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, México, jorgehd00@gmail.com


Resumen

En este texto discute la temporalidad de las relaciones entre los de migrantes y sus comunidades de origen. Basado en información de experiencias observadas en localidades de la microrregión Zoogocho en la región de la Sierra Norte de Oaxaca, México, se documentan los problemas que enfrenta la manutención de la gobernanza comunitaria a consecuencia del debilitamiento o desaparición de los apoyos sociales de los migrantes y de la disminución y envejecimiento de su población ocasionada por el proceso migratorio. El examen de estas relaciones permite poner de relieve la contingencia de aquellas relaciones que hasta hace poco hacían posibles acciones políticas transnacionales que han distinguido a las organizaciones de migrantes oaxaqueños.

Palabras-clave: indígenas migrantes; migración transnacional; Oaxaca; México

Resumo

Neste texto fala-se da temporalidade das relações entre os migrantes e as suas comunidades de origem. Com base em informações de experiências observadas em localidades da microrregião Zoogocho na região da Sierra Norte de Oaxaca, no México, documentam-se os problemas enfrentados pela manutenção da governação comunitária em resultado do enfraquecimento ou desaparecimento dos apoios sociais dos migrantes e da diminuição e envelhecimento da sua população causados pelo processo de migração. O exame destas relações permite destacar a contingência das relações que até há pouco tempo tornaram possíveis ações políticas transnacionais que têm distinguido as organizações migrantes oaxaquenhas.

Palavras-chave: indígenas migrantes; migração transnacional; Oaxaca; México

Introducción

En los últimos 20 años la migración internacional se ha incrementado en America Latina y con ello las acciones colectivas resultantes, especialmente aquellas que mantienen los lazos culturales y sociales entre colectividades que se encuentran separadas por fronteras nacionales y en ocasiones por miles de kilómetros. Esta manifestación es particularmente importante en el caso de los pueblos indígenas que hoy en día participan activamente en la migración internacional.

En los países latinoamericanos se asientan 650 pueblos indígenas reconocidos por los Estados (Herrera y Sørense 2017: 15), varias personas de estos pueblos por diversas razones han tenido que migrar a los países vecinos. En el sur del continente es emblemático el caso de las comunidades chilotas en la región patagónica; se trata de personas que transitan las fronteras entre Chile y Argentina (Saldívar Arellano 2017), donde a través de los recuerdos y evocación de prácticas culturales de sus lugares de origen ensamblan nuevas tradiciones y forman comunidades que al final son una extensión de la comunidad que traspasa fronteras nacionales. Otros pueblos han realizado un traslado aún más lejano, por ejemplo, los kichwas, mayas o quiché de Guatemala en los Estados Unidos, donde mantienen los lazos de solidaridad y reproducen su etnicidad e influyen con sus ideas y remesas a transformar el paisaje arquitectónico de su lugar de origen (Freddi, Carreño, y Martínez Mérida 2020). En el contexto de la migración internacional se observan también procesos de revitalización étnica, como en Buenos Aires, Argentina, y en Santiago, Chile, protagonizados por migrantes aymara y quechua provenientes de Chile, Perú y Bolivia (Guizardi et al. 2020).

Pero se trata por supuesto de prácticas complicadas, ambiguas y contradictorias, como las que han sido documentadas entre algunas personas que salen de los pueblos kichwa-otaval de Ecuador y se asientan en ciudades de España extendiendo sus lazos más allá de sus asientos tradicionales, aunque no necesariamente a través de acciones solidarias sino por el contrario, reproduciendo la desigualdad y sujeción tanto en uno como en otro lugar (Célleri y Jüssen 2012). Los estudios de estos casos muestran la complejidad y diversidad de los procesos de construcción de comunidades transnacionales y ofrecen una visión menos romántica que aquellos que se han elaborado sobre las comunidades indígenas transnacionales mexicanas, como se discutirá más adelante.

En el sur de México, las comunidades y pueblos oaxaqueños han experimentado ya varias décadas de migración interna e internacional; decenas de miles de personas han salido de esta entidad para asentarse en otras partes del país y del extranjero, particularmente en los Estados Unidos (Vanwey, Tucker y Diaz McConnell 2005; Cohen y Sirkeci 2011), a consecuencia de ello son cada vez más los pueblos en los que se observan cambios sustanciales en su composición sociodemográfica y en el ambiente local comunitario.

En las comunidades de donde salieron los migrantes oaxaqueños pioneros predominaban entonces formas de organización sociopolítica comunitaria peculiares (Mutersbaugh 2002; Kearney y Besserer 2004; Robson y Berkes 2011; Klooster 2013) hoy reconocidas jurídicamente como sistemas normativos internos, a las que los que se fueron continuaron apoyando y en algunos casos fortaleciendo; sin embargo, con el tiempo, la confluencia de varios factores ha impactado tales sistemas que hoy en día se ven debilitados. Aquí me interesa resaltar la manera en la que la migración contribuye en dicho proceso.

Figura 1 Localización de la Sierra Norte y las comunidades de la microrregión Zoogocho, 2014  

En los años 60 las comunidades serranas tenían un carácter corporado y una economía basada en la agricultura de subsistencia, y aunque pequeños eran sitios densamente poblados (ver gráfica 1). Por su diseño federal, en México el sistema de gobierno establece una división de poderes en tres niveles, el nacional (federal), regional (estatal) y local (municipal), por lo que las municipalidades gozan de un cierto grado de autonomía y responsabilidad en su gobierno interno y por lo tanto mantienen prácticas de formación de ciudadanía particulares. Actualmente, al escasear las personas necesarias para el buen funcionamiento del gobierno local y la adecuada prestación de servicios públicos y simbólicos, languidece la gobernanza comunitaria y la vida ceremonial y religiosa, es decir la capacidad comunitaria para mantener o construir instituciones que permiten la regulación de la vida interna. Aunque la migración laboral había disminuido en los últimos años, estudios recientes indican que el gobierno comunitario sigue bajo presión, especialmente en localidades que hoy son pequeñas en población (Robson y Wiest 2014; Robson, Klooster y Hernández-Díaz 2019).

Fuente: Serie intercensal 1930-2020, INEGI. Disponible en https://www.inegi.org.mx/programas/ccpv/cpvsh/

Gráfica 1 datos de población de los municipios de la microrregión Zoogocho (1960-2020)  

En sus inicios, la migración internacional trajo consigo una era de auge en la formación de organizaciones transnacionales que se caracterizaron por el impulso de acciones que mantenían el vínculo de los inmigrantes con sus pueblos natales (Waldinger 2013; Schiller, Basch y Szanton 1995; Portes 2005). Las conexiones translocales y trasnacionales constituyeron una esperanza para los pueblos afectados (Fox y Rivera-Salgado 2004; Fox y Bada 2008) pues mediante esta disposición los migrantes se coordinaron y/o reagruparon en los sitios de nueva residencia a partir de sus lazos comunitarios (Grieshop 2006; Stiffler 2007). Tanto así que, a través de sus acciones, propuestas e inversiones en la localidad de origen, los migrantes se han visto como “agentes de desarrollo” (Schiller y Faist 2010). Esta función se ha realizado a través de la transferencia de bienes, contribuciones personales y colectivas para satisfacer las obligaciones de gobernanza de la localidad y/o para financiar proyectos de mejoramiento de la infraestructura o manutención de los sitios ceremoniales, y recreación de las costumbres comunitarias (Mutersbaugh 2002; Velasco Ortiz 2004).

Esta relación tiene un ciclo: formación de la organización en el lugar de llegada, consolidación y colaboración con la comunidad de origen, y finalmente su desvanecimiento o debilitamiento de los lazos intercomunitarios. En algunas localidades de Oaxaca es evidente la disminución del número de migrantes que continúan apoyando actividades comunitarias, de la desaparición de algunas organizaciones que se constituyeron en los sitios de destino y la consecuente erosión del vínculo comunitario, y esa nueva tendencia permite suponer que el transnacionalismo y translocalismo que caracterizó a las organizaciones de migrantes oaxaqueños tiene plazos. Así, hay sitios con un proceso migratorio más reciente, como el de las comunidades de la región de la Sierra Sur, en donde solamente ahora se están impulsando nuevas organizaciones y nuevos esquemas de colaboración transnacional o translocal, al mismo tiempo, en otros lugares de migración temprana, es caso de las localidades de las regiones Sierra Norte y Mixteca, se observa la paulatina desaparición de las relaciones entre los migrantes y sus comunidades.

Este texto alude a experiencias observadas en varias comunidades oaxaqueñas, y especialmente a localidades de la microrregión Zoogocho en la región de la Sierra Norte de Oaxaca en las que la situación actual en la gobernanza comunitaria muestra inestabilidad derivada de la disminución de su población causada por la migración. La información utilizada para esta reflexión proviene del trabajo de campo realizado en los últimos diez años y también de entrevistas con migrantes pioneros realizadas en los veranos de 2016 y 2017 en las ciudades de Los Ángeles y Madera, California, en donde se obtuvieron testimonios de personas que nacieron en una comunidad oaxaqueña y migraron siendo niños, adolescentes o jóvenes, para buscar trabajo asalariado en los Estados Unidos. A ellos les tocó vivir en una época en la que la movilidad entre los dos países presentaba menos dificultades, hecho que les permitió mantener un lazo más estrecho con sus localidades de origen que a quienes les sucedieron.

Fuente: fotografía del autor

Figura 2 Mercado semanal en Zoogocho, 2014  

La transnacionalización de las normas comunitarias: las asociaciones de migrantes

Oaxaca es una entidad que destaca por su profusión cultural y lingüística, aquí tienen su asiento histórico dieciséis de los 62 pueblos indígenas del país, y la población que habla alguna lengua de origen prehispánico representa casi una tercera parte del total nacional. En una gran parte de las localidaes oaxaqueñas se mantienen reglas y requisitos para la participación ciudadana y el acceso al poder local que son diferentes de los de la democracia liberal. Se trata de sistemas de organización sociopolítica que se orientan, de manera general, por principios colectivos de reciprocidad y servicio público; muchos de estos elementos son parte del modelo ideal al que se le conoce como sistema de cargos, y adquiere una forma específica en cada localidad, los mismos que han adquirido un reconocimiento jurídico en la constitución estatal.

A mediados del siglo XX, Julio de la Fuente (1905-1970), un destacado antropólogo mexicano, vislumbró que en las comunidades indígenas mexicanas existían principios y prácticas peculiares que daban sustento a un tipo específico de gobernanza, y las agrupó en dos categorías: servicio y ayuda. En la primera incluyó al tequio, al sistema de cargos y la mayordomía; en la segunda circunscribió a la limosna, la gozona, la mano vuelta, entre otras (de la Fuente 1944: 754-755). Según esta caracterización las prácticas de servicio resultan de acciones reguladas por instituciones y formas de cooperación en las que se establecen relaciones formales e imperativas: la gente en la comunidad está obligada a realizar el tequio, a participar en los cargos entre los cuales se incluía los relacionados con el financiamiento de las fiestas (mayordomías). En cambio, las prácticas de ayuda son formas de interacción menos coercitivas; se tratan de acciones hasta cierto punto voluntarias que contribuyen a la manutención de las primeras. Ambos conjuntos de prácticas migraron junto con los oaxaqueños y son los cimientos que utilizaron para la constitución de sus primeras organizaciones fuera de sus comunidades de origen.

En las organizaciones de los migrantes serranos, la participación en la formación y mantenimiento de una agrupación transnacional ha dispensado a los migrantes familiaridad cultural y cohesión en sus nuevos asentamientos y ha facilitado la manutención del vínculo con la comunidad de origen. Estas asociaciones se han constituido y operan siguiendo el modelo de organización política vigente en sus comunidades al momento de su salida; sus cimientos se sustentan en un sistema significante basado en principios que valoran la ayuda solidaria y la prestación de servicios comunitarios.

Gracias a esta situación, pese al pronunciado descenso de la población por causa de la migración, el sistema de organización política y social basada en la prestación de cargos y el tequio continúa vigente en una buena proporción de las localidades serranas de Oaxaca. Las redes familiares y de organización social que se forman en los lugares de destino permiten algunas veces la manutención de lazos directos con sus comunidades de origen, que son utilizadas como mecanismos para mantener la calidad de miembro de la comunidad, mediante el cumplimiento directo e indirecto de las obligaciones comunitarias. Por ejemplo, los migrantes cumplen con sus tequios e incluso la prestación de los cargos a través de otras personas o aportan una determinada cantidad para cubrir los honorarios de quienes aceptan el cometido de las obligaciones comunitarias.

Existen casos en los que los migrantes están obligados a cumplir personalmente con sus obligaciones comunitarias, lo que los autoriza para participar en el proceso de elección de sus autoridades comunitarias. Así ocurría en Tabaá o en Santa María Tavehua, donde cuentan con una comisión binacional que revisa y vigila las relaciones entre los habitantes de la comunidad, sus autoridades, con los migrantes, sobre todo los radicados en Los Ángeles, California. Una práctica similar se observaba en San Pedro Cajonos a donde los migrantes tenían que regresar para cubrir sus obligaciones comunitarias.

La creación de asociaciones de migrantes ha sido ampliamente documentada, los estudios han enfatizado la manera en la que las agrupaciones contribuyen y promueven la manutención de la herencia comunitaria (Hirabayashi 1993; Velasco Ortiz 2005, 2002; Fox y Rivera-Salgado 2004; Orozco 2003).

Se entiende así que los principios y prácticas comunitarias se trasladan con los migrantes y estos principios de colaboración inspiran sus prácticas en sus nuevas moradas y los mantienen unidos tanto entre sí como con sus paisanos en los pueblos de origen, por ejemplo su organización basada especialmente en lazos comunitarios sigue al sistema de cargos y varias prácticas el tequio y la ayuda mutua se actualizan en la realización de sus convivios y fiestas, especialmente aquellas en las que celebran al santo patrón de sus pueblos de origen. Pero después de varias décadas de migración, se vislumbran problemas de gobernanza en las comunidades donde la proporción de la población migrante supera significativamente a los que se quedaron y donde ahora los que ahí residen son básicamente ancianos por lo que existe escases de personas para cubrir cabalmente las posiciones que demanda el gobierno comunitario. Son reveladores los casos de Yatzachi El Bajo y Yatzachi El Alto en los que la mayoría de oriundos migraron y se establecieron en otros sitios tanto en el país como en el extranjero.

En estos casos la correspondencia entre los intereses de los migrantes y la comunidad dependen de la fortaleza de las organizaciones de migrantes y de la cantidad de miembros no residentes dispuestos a colaborar con las iniciativas de desarrollo de la comunidad y para apuntalar las estructuras de gobierno tradicional; de ahí la importancia de las organizaciones establecidas en los centros de destino. Ante este panorama, es menester recordar que si bien, como señala Waldinger (2013: 189), la literatura sobre transnacionalismo ha demostrado que las migraciones internacionales generan conexiones transfronterizas, esta perspectiva debe complementarse con las transformaciones que sufren estas relaciones al pasar de los años.

Las fases de la migración de los oaxaqueños

Los procesos migratorios en las comunidades de Oaxaca han pasado por diversas etapas con impactos diferenciados de mediano plazo que dependen de su composición étnica, su tamaño y grado de urbanización. La migración masiva comenzó a finales de la primera mitad del siglo XX. La primera oleada migrante fue hacia las ciudades de México y más tarde hacia la Unión Americana, especialmente hubo una temporada de migración temporal legal con el Programa Bracero (1942-1965). En los años siguientes de las décadas de los 60 y 70 la intensidad migratoria de Oaxaca fue potencializada por las comunidades de la Sierra Norte oaxaqueña, ésta fue posible gracias a las conexiones migratorias interestatales e internacionales que forjaron en años previos, y por la flexibilidad o porosidad de la frontera México-Estados Unidos dieron ocasión a una migración, no autorizada, rural oaxaqueña sin precedentes. Así lo recuerda un migrante de Yatzachi El Bajo,

“En 1960 mi hermana se vino porque teníamos un primo en México que era pasante de ilegales, en aquel entonces se comunicaba con la hermana de ella al grado que le dijo ‘mira, los patrones de esta señora necesitan cuatro empleados’. Por eso se vinieron mi hermano y hermana y otras personas. La gente de los pueblos norteños de Sonora, Chihuahua ya estaban aquí, pero nosotros los sureños no. De los estados de Guerrero, Chiapas, Oaxaca no se sabía de ellos. Antes era muy fácil, yo me acuerdo de que llegué un sábado a Tijuana y me dijeron - vamos a echar un taco y nos vamos - bueno fuimos a cenar y agarramos para la línea y a las 9 de la noche ya estábamos acá, así pasamos sin más, no había control, no había restricción en la frontera.” [Entrevista, Ezequiel, Los Ángeles, CA, 2016]

A finales de los 70, México se avecinaba al final de la llamada época de crecimiento estabilizador y empezaba una etapa de crisis económicas recurrentes que empezaron con la caída de los precios del petróleo en 1981 y caracterizaron las décadas de los años 80 y 90 con las subsiguientes consecuencias en la economía mexicana, como la pérdida del poder adquisitivo, la disminución de los empleos, el incremento de la informalidad y los negocios fuera del marco legal.

Como secuela de las crisis económicas, el número de migrantes aumentó, entre ellos se incluían un importante sector de la población indígena, que fue a trabajar sobre todo en el sur de los Estados Unidos, a donde se trasladó sin permisos oficiales en busca de empleos que consiguieron con relativa facilidad especialmente por la creciente demanda de mano de obra en los campos agrícolas de esta región de los Estados Unidos (Zabin 1992; Kearney 1996). Esta situación se ha mantenido por varias décadas. En 2009, el Instituo Oaxaqueño de Atención al Migrante reportó alguna forma de emigración en todos los 570 municipios del estado. El número total de personas nacidas en la entidad y que vivían fuera del estado en el 2009 fue más de 1,2 millones, lo que representaba la tercera parte de la población total (Ruiz Quiroz y Cruz Vásquez 2009).

Aunque no existen datos precisos, algunas estimaciones, al parecer moderadas, sirven para tener una idea de la importancia de este acontecimiento, se apuntaba que, en California, en los Estados Unidos, en 1990 se empleaban alrededor de 50.000 trabajadores indígenas oaxaqueños durante las etapas de mayor demanda de mano de obra. Un censo levantado en 1991 por el Instituto de Estudios Rurales de California registró que los trabajadores oaxaqueños representaban entre el 5% y el 7% de la fuerza laboral en el sector agrícola en el estado de California (Besserer 1999). La constante movilidad con una historia de más de 50 años ha generado una cultura de migración en la que la expectativa de trasladarse a los Estados Unidos ya forma parte de la vida de muchos jóvenes oaxaqueños. La migración se ha convertido en una estrategia de sobrevivencia para la población, facilitada y mantenida por los vínculos sociales (Velasco Ortiz 2002). La migración está ahora firmemente enraizada dentro de Oaxaca al grado que las redes sociales y familiares se expanden a lo largo de México y de Estados Unidos (Velasco Ortiz 2002; Besserer 1999; Cornelius et al. 2009).

La salida de oaxaqueños se acentuó a partir de 1986, cuando fue aprobada la Ley de Reforma y Control de la Inmigración (IRCA, por sus siglas en inglés), que regularizo la situación migratoria de alrededor de 2,3 millones de mexicanos, entre ellos un gran número de oaxaqueños. El IRCA abrió las puertas a la reunificación familiar e incremento la tendencia al aumento de los asentamientos. Contrario a lo que se esperaba estas nuevas condiciones también intensificaron la migración sin autorización hacia la Unión Americana.

Fuente: Fotografía del autor

Figura 3 festividad Serrana en la ciudad de Los Ángeles, CA. 2014  

En la década de los 90 la migración no sólo se intensificó, sino que, al mismo tiempo, se diversificó y dio pie a una migración oaxaqueña multiétnica que a medida que pasaba el tiempo se dispersó por la Unión Americana. Según una estimación la población nacida en Oaxaca residente en Estados Unidos en 2002 ascendía a 194.785, de ellos 55.839 migraron en el quinquenio 1995-2000 (Garavito Elías y Torres Baños 2004: 260), dato que muestra la gran movilidad de la población migrante oaxaqueña después de 1990, muchos de ellos seguramente a consecuencia de las oportunidades que ofreció el IRCA, y muchos más por los efectos de la crisis económica de la década de los 80.

Hoy en día, las consecuencias de esa movilidad son evidentes. En la Sierra Norte el número de hogares recipientes de remesas ha disminuido, aunque a nivel nacional el monto sigue aumentando considerablemente. Las colectas de las asociaciones de migrantes continúan, pero en parte se han dividido para utilizarlas también en proyectos dirigidos a los miembros de la comunidad que radica en Estados Unidos.

Las organizaciones de migrantes y las obligaciones comunitarias

Laura Velasco Ortiz (2004: 254) define a las organizaciones de migrantes como colectivos que se integran voluntariamente para el logro de diferentes fines, teniendo como sustento cohesionador el paisanazgo local, étnico regional, o étnico nacional con diferentes grados de institucionalización. Así, se pueden identificar diversos esquemas de participación organizada: organizaciones por región o pueblo indígena, federaciones, comités o asociaciones pro-pueblo, clubes de oriundos que buscan aglutinar a personas cuyo sentido de pertenencia o intereses convergentes permiten la creación de distintas expresiones organizadas de migrantes. Se encuentran aquellas que se dedican a defender los intereses laborales, las que se orientan a la promoción de la cultura, además hay aquellas que se encauzan a un fin particular y funcionan para organizar algún evento de carácter social y religioso, como en el caso de la Comunidad de Tlacolulenses en Los Ángeles (COTLA) que es una organización que agrupa a varias comunidades del distrito de Tlacolula y que para cumplir con alguna festividad se valen de las mesas directivas para organizarse.

“Para eso ahorita en este momento se formó un grupo que se dedica exclusivamente a la mayordomía, eran miembros de COTLA como organización no lucrativa, promovían la cultura, se hicieron más apegados a la religión. So, se nombró una mesa directiva, un comité y son de los que se encargan de nombrar cada año de nombrar un mayordomo y celebrar la misa, toda la cuestión religiosa.” [Natividad, COTLA]

Tanto unas como otras se sustentan en principios comunitarios. Las organizaciones laborales como las agrupadas en el Frente de Organizaciones Indígenas Binacionales (FIOB) han sido un baluarte en la defensa de los derechos de los trabajadores agrícolas migrantes en los Estados Unidos, ha alentado la formación de organizaciones sociales en México, la elección de sus dirigentes se ha basado en los principios comunitarios, por ejemplo. Las organizaciones culturales, como COTLA u la Organización Regional Oaxaca (ORO), tienen la finalidad de mantener a la gente unida en su lugar de destino, sus actividades están encaminadas a salvaguardar expresiones culturales, como las danzas y bailes representativos para los oaxaqueños en los Estados Unidos. Es bien cierto que mantienen su organización basados en los principios de la ayuda solidaria y la prestación del servicio sin retribución, pero han dejado de lado el vínculo que alguna vez tuvieron con las comunidades, se trataría de organizaciones en el extremo del proceso de la relación transnacional.

Las organizaciones comunitarias (Home Town Associations, como se nombran en inglés) son, en su mayoría, aquellas que mantienen un vínculo comunitario estrecho, el compromiso que asumen los integrantes de estas organizaciones se ve plasmado en su asistencia a reuniones y cooperación a través de sus mesas directivas. Los proyectos para el mejoramiento de la localidad, los apoyos para la observancia del sistema de cargos y el financiamiento de las festividades religiosas son los asuntos que aglutinan a los participantes en las organizaciones que se conforman fuera de la comunidad. En ocasiones las autoridades de las comunidades serranas formulan peticiones específicas a los migrantes. Por ejemplo, cuando el vínculo comunitario era sólido, en Yatzachi El Bajo tenían un registro preciso del número de personas que se encontraban fuera de la localidad. Así sucede todavía en Analco, Yavesia, o en Yalina, así lo describe una regidora municipal:

“De la gente que se ha ido y todavía está acá comprometida hay un buen porcentaje a lo mejor un 60% y un 40 que no está, además hay un control de la gente que se va y ahí los buscan las organizaciones, los invitan luego las organizaciones, no tienen un documento no, pero pues es fácil porque es un pueblo pequeño.” [Concepción, Yalina]

Fuente: fotografía del autor

Figura 4 reunión del Frente Indígena de Organizaciones Binacionales en la ciudad de Oaxaca, 2014  

En la actualidad, son los migrantes pioneros los que dan vida a las asociaciones y mesas directivas, generalmente son los más activos, pero son cada vez menos. Los que han llegado recientemente encuentran mayores facilidades para arraigase en los nuevos asentamientos, mientras en las comunidades de origen en Oaxaca los que se quedan envejecen cada vez más y poco a poco las localidades quedan sin población económicamente activa (ver gráficas 1 y 2). La segmentación familiar y el traslado de familias enteras a Estados Unidos disminuyó el interés por retornar, lo que aunado al incremento en el uso de las redes sociales ha debilitado a las anteriores formas de interacción y la reciprocidad de trabajo y soporte moral encaminado al lugar de destino de los migrantes. Hoy en día los migrantes no necesariamente tienen que viajar para ver y platicar directamente con sus familiares, lo pueden hacer por medio de los múltiples medios digitales disponibles, tendencia que se acentuó durante el periodo de la pandemia de Covid-19.

En este tenor, es necesario profundizar en las transformaciones que han sufrido el espacio tradicional y los mecanismos de participación, gobierno o ejecución del sistema de cargos en las comunidades de origen y cuestionarse sobre la manera en la que se mantiene la organización comunitaria cuando una buena parte de sus habitantes migraron. Para dar respuesta a estos retos cada comunidad ha implementado sus propias medidas. En algunas comunidades han elaborado estatutos en los que establecen los deberes de los migrantes (Mutersbaugh 2002; Perry et al. 2009; Klooster 2013) y los consiguientes derechos que se obtienen con el cumplimiento cabal de los requisitos para mantenerse como miembro de la comunidad. Debe considerarse que se trata de una guía para entender lo que pasa en muchas comunidades, pero no son universales (Robson y Wiest 2014) y tampoco son vinculantes, su ámbito de competencia es local y su observancia es básicamente un compromiso moral, por lo que hay localidades donde los migrantes se mantienen en el anonimato o son indiferentes respecto a la vida comunitaria.

Aunque las experiencias son muy amplias, pues en cada pueblo existe una noción particular de la ciudadanía comunitaria, las relaciones entre los migrantes y sus comunidades no necesariamente son cordiales, en Oaxaca los diarios han documentado casos en los que la negativa de los migrantes para asumir los cargos ha generado conflictos al interior de las localidades. Un ejemplo es lo sucedido en San Andrés Solaga, en la Sierra Norte. A esta comunidad regresó, en 2005, un migrante que fue miembro fundador y activo de la organización de solagueños radicados en Los Ángeles, California; pero, por razones de carácter familiar, dejó de cooperar con la asociación. Tras 20 años de ausencia retornó a su comunidad a visitar a sus familiares. A los pocos días de haber llegado fue llamado por las autoridades municipales quienes le informaron que adeudaba 2000 dólares por concepto de cuotas que no había cubierto y a las que estaba obligado como ciudadano de Solaga. Al oponerse, su caso fue turnado a la asamblea general que tomó la determinación de expulsarlo de la comunidad. Varios ciudadanos intentaron seguir su ejemplo y fueron amonestados severamente, sus propiedades fueron confiscadas para quedar en manos del pueblo (Mateos 2005). El argumento utilizado para sustentar esta reprimenda fue un acuerdo, basado en las normas consuetudinarias, de que todos los ciudadanos de la comunidad estén en donde estén, deben de cumplir con sus obligaciones comunitarias y en la medida que acaten las normas comunitarias se garantizan sus derechos correspondientes. Este suceso es uno de muchos de este tipo y da cuenta de las medidas implementadas por las comunidades para mantener vigente sus principios y formas de organización comunitarios.

La migración impacta en diversos órdenes de la organización política y social de la comunidad, y aunque es aventurado generalizar a partir de casos específicos, se pueden establecer tendencias y una de ellas es que la formación de las organizaciones translocales ha surgido para facilitar el cumplimiento con las obligaciones comunitarias, que dan continuidad a los principios que Julio de la Fuente (1944) identifica como sostenes de la organización política y social comunitaria:

“Lo que originó que se constituyeran las organizaciones fue precisamente porque había ciudadanos que no olvidan a su comunidad, a sus orígenes, al pueblo, y saben que con la aportación y participación de los ciudadanos se sacan adelante sus necesidades como comunidad, como son las festividades y cargos, porque (los migrantes) son los que apoyan con cuotas para sacar adelante las necesidades de la comunidad y eso fue el origen del cual se organizaron, claro con la propuesta de las autoridades de ese entonces, ya tiene tiempo, pues es lo que a nosotros nos fortalece.” [Entrevista, Cabildo, Yalina, 2015]

En una proporción importante las comunidades migrantes oaxaqueñas han creado estrategias organizativas vinculadas a su localidad de origen con la finalidad de actuar colectivamente para tomar decisiones o realizar eventos culturales, sociales o religiosos que competen a la comunidad. En las agrupaciones migrantes de la Sierra Norte esta acción colectiva es institucionalizada a través de la figura de las mesas directivas, que son cuerpos administrativos que regulan el funcionamiento interno de la asociación y funcionan siguiendo el modelo comunitario.

Las actividades que organizan las mesas directivas son los ámbitos en los que los migrantes validan la ejecución de un cargo realizado más allá del pueblo natal y así preservan su membrecía comunitaria. Los principios de la organización comunitaria y la propia organización comunitaria se han extendido para incorporar a los migrantes otorgándoles derechos, pero también obligaciones. Así desempeñan tareas que cuentan como obligaciones comunitarias y a su vez generan canales de comunicación entre quienes se encuentran lejos y los que se quedan en la comunidad. El vínculo con la localidad también inspira las formas más visibles de la reproducción cultural que se practica en los centros de destino, una parte de la organización está sustentada alrededor de la organización de festividades. La recaudación de fondos para las solemnidades del pueblo se basa en la realización de una fiesta en los Estados Unidos, se organizan así para realizar bailes, comidas, juegos, mayordomías que los mantienen unidos entre sí y con la comunidad.

Pero, conforme pasa el tiempo y los migrantes pioneros se incorporan a nuevas dinámicas sociales, les surgen más necesidades que requieren su atención y recursos por lo que sus contribuciones a las mesas directivas comienzan a declinar o a ser redirigidas parcialmente para resolver problemas inmediatos y no se envían en su totalidad a los pueblos de origen. Cuando se convierten en padres y abuelos, por la edad y también porque se ocupan del cuidado de los nietos, sus viajes a sus pueblos de origen disminuyen o se cancelan. Los hijos y nietos continúan identificándose en los Estados Unidos como oriundos de los pueblos de origen de sus padres o abuelos, pero son diferentes a ellos, tienen mayor escolaridad y ocupaciones distintas, aunque fueron criados en el seno de familias que mantuvieron las prácticas comunitarias no las ejercen a cabalidad y en casos se convierten en meros ejercicios folclóricos.

Estos cambios en la existencia de los migrantes repercuten en la vida de sus comunidades, pues ante el inevitable despoblamiento las comunidades transforman sus prácticas o recurren a nuevas estrategias para mantener sus formas de organización comunitaria. En Yatzachi, por ejemplo, inicialmente los familiares de los migrantes cubrían los cargos que éstos tenían asignados, cuando quien se quedaba en el pueblo era la esposa, ella se encargaba de contratar a alguien, pero, al pasar de los años no hubo más familiares, la dinámica se fue moldeando de acuerdo al contexto y en hoy día todo aquél yatzachitense que tenga una casa o quiera preservar la membrecía comunitaria debe cumplir sus obligaciones a través de la contratación de un tercero - aunque no sea familiar - al que le pagarán para poder mantener sus obligaciones y poder evitar problemas en caso de un retorno eventual o definitivo.

“Ya tiene rato que se está haciendo esa práctica de pagar los cargos porque desde la época en que empezó, cuando ya afectó la migración de los paisanos y ya no había gente suficiente para desempeñar los cargos, entonces la gente que tenía a sus familiares aquí en este pueblo tenía la obligación de dar un cargo, aunque no estuviera el marido y como no lo podían hacer las mujeres, porque tenían que cuidar a sus hijos, entonces ellos se veían en la necesidad de contratar: Primero, se les cobraba a las personas que vivían sus familiares acá, ahora ya no, ahora siguen dando servicio las personas que no viven aquí pero [solo si] tienen una casa […] aquí en la comunidad.” [Jorge, entrevista, San Baltazar Yatzachi Eel Bajo, 2016]

En San Bartolomé Zoogocho se observa una situación similar. Aquí la contribución de los migrantes comenzó en 1969 cuando se fundó la Unión Social Zoogochense en la ciudad de Los Ángeles, California, su mesa directiva que se vinculaba con la asamblea en Zoogocho y que les permitía contribuir a los cargos de la comunidad, además de organizar eventos para recaudar fondos económicos que generalmente se envían a la comunidad. Al aumentar las dificultades para que los migrantes pudieran volver a sus pueblos para cumplir sus obligaciones, la comunidad tuvo que flexibilizar las condiciones y permitió nuevas formas de participación a distancia. En las primeras décadas de la migración, se sancionaba el incumplimiento de algún cargo por haber migrado y no regresar, pero hoy en día la comunidad acepta pagos o cuotas para que los zoogochenses ausentes puedan conservar los derechos comunitarios.

“En los cargos, los que están fuera no están obligados a venir a desempeñarlos, sí vienen algunos, pero en general no están obligados, pero mandan a alguien, si ellos quieren venir o pagan, aceptamos todo. Ya no es obligatorio, antes si lo era, ahora no, no se les quitan privilegios, eso ya no, si no quieren pues no. […] Antes si eran más estrictos, creo que hubo un caso que cortaron el agua y se adueñaron de su casa y ahora ya no es posible porque como que ya estamos más abiertos, ya entendemos que allá no es igual que acá, igual ellos están luchando por sobrevivir allá, y ya les entendemos más, ya no los obligamos, ya si nace de ellos venir a hacerlo algún día, aceptamos, tal vez no puede este año, pero en tres o dos años pues sí.” [Entrevista, Nervo, Zoogocho, 2015]

La flexibilización se debe a varios factores, a la presión de los migrantes, a la vigilancia de las instancias estatales sobre derechos humanos, a la descentralización de los recursos de la federación. En el caso de algunas comunidades serranas se consideran respuestas variadas ante el debilitamiento del sistema de cargos, hay casos como el de Yatzachi El Bajo donde el despoblamiento impactó profundamente a la comunidad por la fuerte expulsión migratoria que hubo antes y después de IRCA y se debe recurrir a los adultos mayores que son los que habitan en la localidad (ver gráfica 2) para la realización de actividades, así las personas de más de 60 años que tradicionalmente debieran estar exentas de los servicios o bien ocupar los de la cúspide de la jerarquía del sistema, ahora están asumiendo y repitiendo cargos, aún en posiciones de menor importancia, lo que rompe con la tradicional idea del escalafón.

Fuente: Censo de Población y Vivienda 2010, INEGI, Censo de Población y Vivienda 2020, INEGI. Disponible en https://www.inegi.org.mx/programas/ccpv/cpvsh/

Gráfica 2 índice de envejecimiento 2010 y 2020 en los municipios de la microrregión Zoogocho  

Las puniciones por incumplimiento de la norma varían de lugar a lugar. La renuncia a los derechos comunitarios o la pérdida del reconocimiento de ciudadano comunitario son sanciones severas, son expresiones reveladoras de que los principios de las prácticas comunitarias que rigen la relación entre la comunidad y las organizaciones de migrantes son las que Julio de la Fuente (1944) denominó como de servicio, de ahí que se entienda que las organizaciones son una extensión de la comunidad y que cuando esta relaciones se tensan haya un debilitamiento en la gobernanza comunitaria. La comunidad cambia y también lo puede hacer en su extensión con sus integrantes que se encuentran fuera del territorio comunitario. Así lo han hecho en Yalina o en Zoogocho en donde se han tenido que flexibilizar sus normas para seguir contando con el apoyo de los migrantes.

En Yalina se acepta que la organización en los Estados Unidos mediante contribuciones en efectivo cubra el costo de algunos funcionarios del ayuntamiento, y de esa manera todos los migrantes registrados en la asociación se mantienen al corriente en sus obligaciones comunitarias, arreglo al que se llegó después de varias negociaciones entre los habitantes de la comunidad y los migrantes.

Por supuesto que esto no sucede en todas las localidades, también existen situaciones donde la migración fue más tardía y la disminución de sus habitantes no ha trastocado del todo la dinámica comunitaria. Si bien el pago de cuotas o aportaciones es permitido para conservar el vínculo con el pueblo, el incumplimiento de esta obligación no afecta la gobernanza comunitaria.

Las nuevas condiciones de la relación transnacional

Los estudios que exploran la eficacia y longevidad de las organizaciones transnacionales de migrantes (véase Delgado Wise y Rodríguez Ramírez 2001; Perry et al. 2009), en su mayoría han tomado como referencia organizaciones en su fase de apogeo; hacen falta nuevas investigaciones para obtener una mejor comprensión y entendimiento sobre la manera y el grado en el que los ciclos de vida de las organizaciones influyen en las localidades de origen y los resultados a mediano plazo y largo plazo. La longevidad y eficacia depende, en la mayoría de los casos, del número de migrantes dispuestos y capaces de aportar apoyos a las localidades, y a hacerlo constantemente durante un período de tiempo prolongado y transgeneracional. Como muestran algunos trabajos (Stephen 2007; Robson, Klooster y Hernández Díaz 2019) los lazos de los migrantes pueden cambiar a medida que se modifican sus etapas etarias, o que sus familias se reúnen y crecen en sus lugares de nueva residencia, o sus relaciones laborales cambian. A largo plazo se puede incrementar el absentismo en las comunidades. También hay que considerar que las modificaciones en el sistema político mexicano inciden en esas relaciones. Con la descentralización de la administración federal, nuevos recursos han llegado a los municipios, con los que se puede hacer frente a los gastos que antes eran financiados con los aportes de los migrantes. Los gobiernos locales cuentan ahora con financiamiento federal para afrontar gastos que antes se debían cubrir mediante acciones sustentadas en las prácticas comunitarias, especialmente con el tequio y el servicio en los cargos comunitarios.

Es así como en varias localidades oaxaqueñas, al pasar de los años, la asiduidad de los migrantes en el cumplimiento de sus obligaciones comunitarias ha mostrado su condición efímera. Algunas tuvieron una fase en la que mantuvieron una conexión vigorosa con el pueblo de origen. Hoy en día, existen varios ejemplos donde pueden apreciarse los efectos de esa relación, progresos en términos económicos, avances en la infraestructura o cambios en el paisaje, pero al declinar o desaparecer esa relación se ha debilitado la gobernanza comunitaria, a tal punto que dar vida al sistema de cargos de manera cabal con los habitantes actuales es casi imposible y el retorno de los que se fueron es algo muy lejano. Las localidades donde la migración no ha trastocado la dinámica comunitaria son aquellas en la que los desplazamientos poblacionales son recientes o de una proporción que no afecta el funcionamiento del sistema de cargos, o bien porque el sistema de gobierno local se ha modificado, abandonando su sustento en los principios comunitarios.

El contexto en que se desenvuelven los nuevos migrantes, o los migrantes que llegaron en su niñez o juventud temprana, o los descendientes de migrantes nacidos en Estados Unidos es muy distinto al que enfrentaron aquellos que se fueron en su juventud, 40 o 50 años atrás. Los primeros han tenido mejores posibilidades para integrarse en el medio norteamericano, hecho que también propicia un desvanecimiento en la manutención de los vínculos con el pueblo de sus ascendentes. El dominio del inglés y la falta de competencia en español, la adquisición de inmuebles en Estados Unidos, la ausencia de lazos familiares en México, el encauzamiento de los ingresos para realizar proyectos en Estados Unidos, son algunos factores que contribuyen paulatinamente a la pérdida de interés en los asuntos comunitarios y a que acciones comunitarias transnacionales se difuminen al pasar el tiempo. Las nuevas generaciones se desligan del sistema de cargos. Los que ejercían los liderazgos entre los migrantes de las primeras organizaciones han envejecido y están falleciendo, las restricciones migratorias impiden el ir y venir de la mayoría de migrantes, el impulso a las redes sociales y la dinámica laboral ha propiciado la dispersión de los migrantes por diversos puntos de la Unión Americana y todo ello contribuye al debilitamiento de las organizaciones de migrantes o a cambiar sus prioridades en Estados Unidos. Así es un hecho que el vínculo transnacional que ha caracterizado la actividad de las asociaciones de migrantes de las comunidades serranas es temporal y generacional, enmarcado por el ausentismo a largo plazo, el envejecimiento de los miembros activos, las tensas relaciones entre los migrantes y las autoridades de los pueblos, y barreras a la renovación organizacional que responden a los cambios sustantivos generados por las políticas migratorias estadounidenses.

El descenso de la participación directa de los migrantes en los asuntos comunitarios ha sido evidente en varios casos de las comunidades serranas como el de Yavesia, Macuiltianguis y Yatzachi. A lo largo del tiempo, las frustraciones han aumentado. La mayoría de los migrantes son personas ausentes y a largo plazo ya no tienen ni voz ni voto en la organización y en la asamblea general de la localidad. Estas tendencias se muestran también en el descenso de la participación en las organizaciones de migrantes en los asuntos comunitarios, sus integrantes señalan la carencia de recursos, las necesidades familiares y problemas logísticos como razones para justificar la reducción de sus contribuciones.

En general, el apoyo de migrantes para proyectos de infraestructura comunitaria es incierto. Las organizaciones de migrantes luchan por mantener el tamaño de sus miembros activos, los fondos que consiguen son limitados, por lo que prefieren emplearlos en objetivos específicos que beneficien a la comunidad migrante en sus nuevos asentamientos. Aun cuando los fondos estén disponibles, muchos migrantes son reacios a apoyar determinadas iniciativas de inversión en sus municipios porque tienen dudas sobre el buen manejo de la administración y la falta de transparencia en el uso de los recursos. Esta suspicacia se deriva de los problemas asociados con la administración y fracaso de proyectos anteriores financiados por los migrantes.

A todo esto se suman las nuevas reglas bajo las que opera la institución municipal y el hecho de que cuenten con fondos provenientes de la federación. Como resultado, los migrantes se sienten mucho menos presionados para aportar, sabedores de que sus comunidades reciben aportaciones del Estado, por lo que algunos manifiestan reservas cuando reciben solicitudes de financiamiento para proyectos comunitarios (es decir, para obras públicas de infraestructura para las que existen formas de financiar con recursos de las arcas municipales).

Así, muchos migrantes, primero a través de la decisión de abandonar su pueblo natal y, segundo, mediante una decisión de limitar sus contribuciones, se han aislado en diversos grados de las costumbres tradicionales y estructuras comunitarias. Entre quienes contribuyen de alguna manera, un número considerable no está interesado en mantener una relación estrecha con la comunidad, está de acuerdo en cooperar, pero no en ocupar los cargos. Así, la migración acelerada de la década de los 90 que propició el despoblamiento dramático de varias localidades de Oaxaca y el arraigo en los lugares de destino y creciente desinterés de las nuevas generaciones por los asuntos comunitarios han propiciado el trastocamiento del modelo comunitario de gobierno. La formación de organizaciones comunitarias transnacionales dio muchas esperanzas para el fortalecimiento de las formas de gobierno comunitario y alentó las cavilaciones académicas respecto a esas prácticas comunitarias transnacionales que hoy se están transformando, sobre estos acontecimientos se que requiere de nuevas deliberaciones.

Reflexiones finales

Los razonamientos hasta aquí vertidos permiten pensar que la existencia de asociaciones transnacionales de migrantes en sí misma no es una garantía de relaciones positivas, robustas y productivas entre los migrantes y sus comunidades de origen. En muchos de los casos, después de 40 o 50 años se muestra una participación limitada o conflictiva, y por lo visto no solo depende de la proporción de inmigrantes de primera generación implicados permanente o intermitentemente en las tareas de vinculación. Los testimonios recogidos apuntan a que los apoyos a las prácticas comunitarias por parte de las organizaciones pueden alcanzar un momento crítico, sus participantes observan un tránsito cuando el conjunto de los integrantes de la asociación ha alcanzado la madurez y empieza el remplazo generacional. Así, consideran que la dinámica de la migración y los cambios generacionales de los migrantes limitan las perspectivas de renovación organizacional, también señalan que a medida que aumenta la edad de los fundadores y disminuye la participación y número de personas en las organizaciones crece la tensión entre los residentes que asumen la carga del gobierno local y los migrantes que quieren limitar los aportes que hacen. Otros factores como los cambios políticos e institucionales en México, la descentralización y el reconocimiento estatal de las normas internas para elegir autoridades municipales han influido tanto en las estructuras y relaciones internas de las comunidades de origen como en la relación que establecen con los migrantes.

La idea que sugieren estas observaciones es que las asociaciones de migrantes tienen fases que marcan tanto su dinámica interna como su relación con la comunidad. En su etapa final vemos que algunas asociaciones han desaparecido, otras se mantienen y crecen con el reemplazo de los migrantes por sus descendientes, pero los intereses de la organización cambian para orientarse a los asuntos de los lugares donde residen, incluso cambian sus figuras organizativas para adaptarse a las tradiciones de los Estados Unidos, dando lugar así a la formación de nonprofit organizations constituidas por los descendientes de los migrantes o por quienes migraron cuando aún eran niños. Además, se observa que a medida que aumenta el desarraigo de los que se fueron, se debilitan las prácticas que apoyaban la gobernanza comunitaria y se crean tensiones entre la comunidad y las asociaciones de migrantes. Para los residentes en la comunidad es prácticamente imposible negarse a cumplir con sus obligaciones comunitarias y al paso del tiempo aumenta la carga del servicio para ellos, pues ahora lo hacen sin el número de personas necesarias y con las capacidades menguadas; mientras que los migrantes pueden esquivar el servicio comunitario, aunque con ello pierden sus derechos comunitarios.

Si bien lo que aquí se ha discutido no puede ser tomado como una tendencia forzosa para todas las organizaciones y comunidades, son ideas que nos permiten evaluar la capacidad de las organizaciones transnacionales de migrantes para coadyuvar en la manutención de la gobernanza comunitaria de los pueblos de Oaxaca. En las actuales circunstancias, en tanto la frontera de Estados Unidos se está cerrando cada vez más y las organizaciones desaparecen o abandonan sus vínculos, es difícil ser optimista respecto de la posibilidad de que pueda haber oportunidad para renovar una conexión intensa a través de las fronteras como alguna vez la hubo entre algunas comunidades y sus migrantes. Lo que no quiere decir que las relaciones dejen de existir, pues, por otra parte, es importante observar cómo la reproducción cultural en los centros de destino continúa, y los migrantes y sus descendientes participan de distintas formas de turismo étnico volviendo periódica o esporádicamente a sus comunidades de origen, enviando en los veranos a sus hijos o nietos a reconocer sus raíces históricas como se observa en el caso de jóvenes que nacieron en los Estados Unidos de padres, madres, abuelos y abuelas zapotecas y mixtecas, también de algunos migrantes pioneros que mantuvieron un vínculo comunitario estrecho, y al llegar a la edad de retiro vuelven a sus sitios natales donde asumen sus responsabilidades como si fueran jóvenes cumpliendo voluntariamente cargos o poniéndose al corriente con sus adeudos (Hernández-Díaz y Worthen 2018).

Volviendo al modelo planteado por Julio de la Fuente, podemos pensar que las organizaciones de migrantes seguirán subsistiendo y manteniendo algunos principios comunitarios pero readaptados. En una iglesia católica en el este de la ciudad de Los Ángeles, las misas están agendadas por grupos nacionales, hay horarios especiales para quienes proceden de Guatemala, El Salvador, Perú, o México, y sorprendentemente también para quienes provienen de Oaxaca, considerando a los oaxaqueños como una colectividad nacional debido a su activismo social y cultural en esa ciudad. Lo que vemos aquí es que las prácticas de organización comunitaria basadas en formas de ciudadanía que superan el ámbito individual están dando sustento a nuevas expresiones sociales apoyadas especialmente en los principios de la ayuda y las expresiones festivas donde se actualiza que la vertiente voluntaria de este sistema de significaciones comunitarias, distintivo de las comunidades indígenas oaxaqueñas, sigue vigente en las acciones que los migrantes y sus descendientes realizan para mantener actuante su identidad étnica, cultural o comunitaria en los lugares que han escogido como su nueva residencia.

Bibliografia

BESSERER, Federico, 1999, “Estudios transnacionales y ciudadanía transnacional”, in Gail Mummert (ed.), Fronteras Fragmentadas. Michoacán, México: El Colegio de Michoacán, Centro de Investigación y Desarrollo del Estado de Michoacán. [ Links ]

CÉLLERI, Daniella, y Lara JÜSSEN, 2012, “Solidaridad étnica y capital social: el caso de los comerciantes migrantes kichwa-otavalo en Madrid y La Compañía”, Procesos: Revista Ecuatoriana de Historia, 36: 143-168. DOI: DOI: https://doi.org/10.29078/rp.v0i36.33 (última consultación en octubre de 2023). [ Links ]

COHEN, Jeffrey H., y Ibrahim SIRKECI, 2011, Cultures of Migration: The Global Nature of Contemporary Mobility. Austin, TX: University of Texas Press. [ Links ]

CORNELIUS, Wayne A., David S. FITZGERALD, Jorge HERNÁNDEZ-DÍAS, y Scott BORGER (orgs.), 2009, Migration from the Mexican Mixteca: A Transnational Community in Oaxaca and California. San Diego, CA: Center for Comparative Immigration Studies. [ Links ]

DE LA FUENTE, Julio, 1944, “Cooperación indígena y cooperativismo moderno”, El Trimestre Económico, 10 (40): 749-765. [ Links ]

DELGADO WISE, Raúl, y Hector RODRÍGUEZ RAMÍREZ, 2001, “The emergence of collective migrants and their role in Mexico’s local and regional development”, Canadian Journal of Development Studies, XXII (3): 747-764. [ Links ]

FOX, Jonathan, y Xochitl BADA, 2008, “Migrant organization and hometown impacts in rural Mexico”, Journal of Agrarian Change, 8 (2 y 3): 435-461. [ Links ]

FOX, Jonathant , y Gaspar RIVERA-SALGADO (orgs.), 2004, Indigenous Mexican Migrants in the United States. La Jolla, CA: Center for U.S.-Mexican Studies, UCSD. [ Links ]

FREDDI, Andrea, Alejandra CARREÑO, y Leopoldo MARTÍNEZ MÉRIDA, 2020, “Concretos deseos de (in)movilidad: migraciones indígenas y arquitectura de remesas entre lo comunal y lo transnacional”, Revista de Estudios Sociales, 72: 18-32. [ Links ]

GARAVITO ELÍAS, Rosa Albina, y Rino Enzo TORRES BAÑOS, 2004, “Migración e impacto de las remesas en la economía nacional”, Análisis Económico XIX (40): 243-275. [ Links ]

GRIESHOP, James I., 2006, “The envíos of San Pablo Huixtepec, Oaxaca: food, home, and transnationalism”, Human Organization, 65: 400-406. [ Links ]

GUIZARDI, Menara, Carolina STEFONI, Herminia GONZÁLVEZ, y Pablo MARDONES, 2020, “¿Migraciones transnacionales en crisis? Debates críticos desde el Cono-Sur Americano (1970-2020)”, Papeles de Población, 26 (106): 183-220. [ Links ]

HERNÁNDEZ-DÍAZ, Jorge, y Holly WORTHEN (orgs.), 2018, Historia y Relaciones de la Vida Transnacional: Migración de la Sierra Norte de Oaxaca. México, DF: UABJO y Juan Pablos. [ Links ]

HERRERA, Gioconda, y Ninna N. SØRENSE, 2017, “Migraciones internacionales en América Latina: miradas críticas a la producción de un campo de conocimientos”, Íconos: Revista de Ciencias Sociales, 58 (21): 11-36. [ Links ]

HIRABAYASHI, Lane Ryo, 1993, Cultural Capital: Mountain Zapotec Migrant Associations in Mexico City. Tucson, AZ: The University of Arizona Press. [ Links ]

KEARNEY, Michael, 1996, Reconceptualizing the Peasantry: Anthropology in Global Perspective. Critical Essays in Anthropology Series. Texas: Westview Press Inc. [ Links ]

KEARNEY, Michael, y Federico BESSERER, 2004, “Oaxacan municipal governance in transnational context”, in Jonathan Foz y Gaspar Rivera-Salgado, Indigenous Mexican Migrants in the United States . La Jolla, CA: Center for U.S.-Mexican Studies, UCSD , 449-466. [ Links ]

KLOOSTER, Dan, 2013, “The impact of transnational migration on commons management among Mexican indigenous communities”, Journal of Latin American Geography, 12 (1): 57-86. [ Links ]

MATEOS, Askari, 2005, “Cuando el regreso es tragedia: un migrante desterrado de su pueblo”, Masiosare, 416 (11 de deciembre). [ Links ]

MUTERSBAUGH, Theodore, 2002, “Migration, common property, and communal labour: cultural politics and agency in a Mexican village”, Political Geography, 21: 473-494. [ Links ]

OROZCO, Manuel, 2003, “Hometown associations and their present and future partnerships: new development opportunities?”, Inter-American Dialogue: 58. Washington, D.C., US Agency for International Development. [ Links ]

PERRY, Elisabeth, Nishma DOSHI, Jonathan HICKEN, y Julio Ricardo MENDEZ GARCIA, 2009, “Between here and there: ethnicity, civic participation, and migration in San Miguel Tlacotepec”, in Wayne A. Cornelius, David S. Fitzgerald, Jorge Hernández-Díaz, y S. Borger, Migration from the Mexican Mixteca: A Transnational Community in Oaxaca and California . San Diego, CA: Center for Comparative Immigration Studies. [ Links ]

PORTES, Alejandro, 2005, “Convergencias teóricas y evidencias empíricas en el estudio del transnacionalismo de los inmigrantes”, Migración y Desarrollo, 3 (4), 1-19. [ Links ]

ROBSON, James. P., y Fikret BERKES, 2011, “How does out-migration affect community institutions? A study of two indigenous municipalities in Oaxaca, Mexico”, Human Ecology 39 (2): 179-190. [ Links ]

ROBSON, James P. , y Raymond E. WIEST, 2014, “Transnational migration, customary governance, and the future of community: a case study from Oaxaca, Mexico”, Latin American Perspectives, 41 (3): 102-116. [ Links ]

ROBSON, James P. , Dan KLOOSTER, y Jorge HERNÁNDEZ-DÍAZ, 2019, Communities Surviving Migration: Village Governance, Environment, and Cultural Survival in Indigenous Mexico. Londres y Nueva York: Routledge. [ Links ]

RUIZ QUIROZ, René, y Lucía CRUZ VÁSQUEZ, 2009, Estadísticas de la Población Migrante Oaxaqueña. Oaxaca: Instituto Oaxaqueño de Atención al Migrante. [ Links ]

SALDÍVAR ARELLANO, Juan Manuel, 2017, “Chilote tenía que ser, vida migrante transnacional en territorios patagónicos de Chile y Argentina”, CUHSO, 27 (2): 175-200. [ Links ]

SCHILLER, Nina G., Linda BASCH, y Blanc SZANTON, 1995, “From immigrant to transmigrant: theorizing transnational migration”, Anthropological Quarterly, 68 (1): 48-63. [ Links ]

SCHILLER, Nina G. , y Thomas FAIST, 2010, Migration, Development, and Transnationalization: A Critical Stance. Nueva York: Berghahn Books. [ Links ]

STEPHEN, Lyn, 2007, Transborder Lives: Indigenous Oaxacans in Mexico, California, and Oregon. Durham, NC: Duke University Press. [ Links ]

STIFFLER, Steve, 2007, “Neither here nor there: Mexican immigrant workers and the search for home”, American Ethnologist, 34: 674-688. [ Links ]

VANWEY, Leah K., Catherine M. TUCKER, y Eileen DIAZ MCCONNELL, 2005, “Community organization, migration, and remittances in Oaxaca”, Latin American Research Review, 40 (1): 83-107. [ Links ]

VELASCO ORTIZ, Laura, 2002, El Regreso de la Comunidad: Migración Indígena y Agentes Étnicos: Los Mixtecos en la Frontera México-Estados Unidos. México, DF: El Colegio de México, El Colegio de la Frontera Norte. [ Links ]

VELASCO ORTIZ, Laura, 2004, “La costumbre de participar: politización de las redes de migrantes y organizaciones de oaxaqueños en las Californias”, in Guillaume Lanly y Basilia M. Valenzuela, Clubes de Migrantes Oriundos Mexicanos en los Estados Unidos. Zapopan, Jalisco: Universidad de Guadalajara, Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas, 253-284. [ Links ]

VELASCO ORTIZ, Laura, 2005, Desde que Tengo Memoria: Narrativas de Identidad en Indígenas Migrantes. Ciudad de México: El Colegio de la Frontera Norte, Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. [ Links ]

WALDINGER, Roger, 2013, “Más allá del transnacionalismo: una perspectiva alternativa de la conexión de los inmigrantes con su país de origen” Migraciones Internacionales, 7 (1): 189-220. [ Links ]

ZABIN, Carol (org.), 1992, Migración Oaxaqueña a los Campos Agrícolas de California: Um Diálogo. La Jolla, CA: Center for U.S.-Mexican Studies, University of California, San Diego. [ Links ]

Recibido: 02 de Junio de 2021; Aprobado: 22 de Marzo de 2023

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons