Introducción
Si bien no es difícil observar en el arte contemporáneo propuestas que, herederas de los planteamientos del arte conceptual, se alejan de los problemas formales para concentrarse exclusivamente en lo que concierne a la idea, es cada vez más frecuente encontrar artistas que viven intensamente el proceso de elaboración de la obra y que, frente a aquella tendencia hacia la austeridad de los medios expresivos y la impersonalidad de la ejecución, reivindican la manualidad y el oficio como modo de recuperar una narrativa que se apoya en la sensualidad y la tactilidad de la materia.
En concreto, en el ámbito de la pintura contemporánea podemos señalar que, superados los neos de los ochenta, siguen apareciendo nuevas generaciones de artistas que, negando la ya manida muerte de la pintura, continúan revitalizando lenguajes pictóricos figurativos para representar escenas que hacen visible los conflictos del individuo contemporáneo y que giran en torno a la idea de lo oculto, de lo misterioso y de lo inhóspito. Justin Mortimer, Adrian Ghenie, Susanne Johansson, Karin Mamma Andersson, entre otros, son un ejemplo de ello. Considerando este contexto, presentamos mediante este artículo el trabajo del artista español Alain Urrutia (Bilbao, 1981). En concreto, fijaremos nuestra atención en su serie titulada Tierra y cemento (Sentarse y esperar), un conjunto de obras en las que el autor propone una exploración que camina hacia los oscuros recovecos de la psique humana. Esta idea la materializa a través de la creación de atmósferas tenebrosas que sitúan al espectador frente a un tipo de situación emotiva que bien podríamos identificar con la inquietante extrañeza freudiana: un sentimiento que, según Sigmund Freud, "se da, frecuentemente y fácilmente, cuando se desvanecen los límites entre fantasía y realidad; cuando lo que habíamos tenido por fantástico aparece ante nosotros como real" (Freud, 1979: 30). Es decir, ese mismo sentimiento que según Friedrich Schelling se manifiesta en el sujeto cuando lo que debería haber permanecido oculto se ha revelado, provocando, de este modo, una sensación de inquietud y de espanto.
Esta oscuridad metafórica que percibimos en las obras de Urrutia no es sino producto de la imaginación del artista al reinterpretar ciertos aspectos de la sociedad contemporánea. En este sentido, Nicholas Royle señala que la propia existencia del ser humano en el mundo ha adquirido una connotación de inquietante extrañeza ya que, a pesar de que los avances científicos y tecnológicos que nos han posibilitado conocer con mayor profundidad los procesos y el comportamiento de la psique humana, el sujeto contemporáneo sigue viviendo bajo la sensación de sufrimiento y la amenaza de muerte debido a que hemos convertido el planeta en un lugar de mayor tensión (Royle, 2003: 3). Con el fin profundizar en esta cuestión, nos proponemos abordar aquí un análisis de la obra de Urrutia atendiendo a los conceptos de lo oculto, lo misterioso y lo inhóspito que acabamos de mencionar.
1 Tierra y cemento (Sentarse y esperar)
1.1. Un caminar hacia adentro
La serie pictórica Tierra y cemento (Sentarse y esperar) se presentó en la galería Juan Silió, en Santander, en el año 2016. Esta propuesta se componía de diez obras, realizadas con óleo sobre lienzo, que van desde la representación de entornos naturales donde encontramos esculturas o construcciones que remiten a la antigüedad clásica, hasta cuadros de pequeño formato donde la imagen representada se limita a un solo objeto. El artista señala que el objetivo principal de este trabajo era crear unas imágenes que denotasen cierta "nostalgia de futuro", tratando de "entender lo que ocurrirá con el presente en un futuro distópico" (Barro, 2017). Así pues, el autor le confiere a estas obras un tono apocalíptico a través de la elaboración de atmósferas que generan silencio y quietud, creando una especie de suspense que transmite al espectador cierta sensación de angustia y de incertidumbre por lo que está a punto de ser revelado.
Los cuadros de mayor formato de esta serie representan paisajes nocturnos dentro de un ambiente que se sitúa entre el mundo de los sueños y el de la vigilia, entre lo ficticio y lo real. En las obras Nostalgia 1 y Nostalgia 2 podemos observar que el artista ha utilizado recursos como la ocultación de elementos o el encuadre de la imagen con el fin de proyectar nuestra imaginación más allá de lo representado (Figura 1 y Figura 2). En este sentido, Urrutia señala que su interés reside en que "el espectador nunca llegue a entender qué es lo que pasa en la imagen" y ver cómo esa dificultad le genera una tensión (Figueroa, 2013). Así pues, a través de este balanceo entre el velar y el desvelar el artista pretende conferir a las obras un tono misterioso e inquietante que sumergen al espectador en un estado de desconcierto y de temor.
En los cuadros de pequeño formato podemos identificar también esa idea de lo oculto que estamos abordando pero, en este caso, el artista plantea dicho concepto desde unos códigos formales diferentes a los utilizados en las obras de mayores dimensiones: mientras que en las de mayor formato Urrutia se sirve de la representación de atmósferas ambiguas y tenebrosas, en los trabajos de menor formato como La máscara y Nec Spec Nec Metu el artista utiliza directamente un tipo de iconografía concreta, cerrada, que gira en torno al horror, a la muerte y al inconsciente (Figura 3 y Figura 4).
Así, Urrutia nos presenta un conjunto de obras que, como indica el propio autor, "funcionan como un caminar dentro de un paisaje (…), un paisaje donde te vas adentrando y vas encontrando diferentes elementos" (Otero, 2017). Es por todo ello por lo que podemos considerar que sus imágenes nos invitan a iniciar un viaje hacia lo desconocido, lo misterioso y lo inquietante, es decir, hacia esa dimensión oscura de nuestro propio mundo interior.
1.2 La mirada sosegada
Respecto al proceso de trabajo de Urrutia, el artista declara en su página web que lo que le interesa es la mirada lenta de la realidad que se produce cuando está pintando. Si los ritmos de la sociedad contemporánea han provocado un fenómeno de aceleración, fugacidad e inmediatez que dificulta la reflexión sosegada, en este caso el lenguaje pictórico del artista actúa como contrapeso a ese ritmo apresurado de la actividad cotidiana.
Como ya hemos visto, el uso de recursos como el encuadre o la fragmentación de imágenes adquieren un gran valor en su propuesta, pues a través de ellos el artista ralentiza el proceso de percepción de la obra. En este sentido, otro aspecto importante es la borrosidad, una característica que nos remite tanto al desenfoque fotográfico como a la tradicional técnica pictórica del sfumato. Para conseguir este efecto, Urrutia ejecuta sus imágenes mediante una pincelada barrida y fluida que, junto a la superposición de capas de pintura, le proporciona la capacidad de desdibujar o difuminar los contornos (Figura 5). Debido a este aspecto de su obra, algunos teóricos han comparado su trabajo con el de otros pintores como Gerhard Richter, Luc Tuymans, Wilhelm Sasnal o con el mismo Caspar David Friedrich. Es evidente que la influencia del pintor romántico no sólo se advierte en esa intención de nuestro artista por crear ese tipo de atmósferas difusas y desvanecidas propias de la obra de Friedrich, sino también por su interés en reinterpretar ciertas temáticas pertenecientes al universo imaginario del artista alemán.
El conjunto de imágenes que Urrutia presentó en la exposición titulada Naufragio/Esperanza en el año 2012 en la galería Casado Santapau de Madrid sería un buen ejemplo de ello. Pero también la serie pictórica que estamos analizando: el cuadro Tierra y cemento [Dust and Concrete] (after Friedrich) es una clara referencia a El naufragio del Esperanza (Figura 6). La invitación al vacío infinito y abismal que proponía Friedrich a través de su obra vuelve a estar presente en esta propuesta.
Como ya habíamos apuntado al inicio de este estudio, consideramos que la obra de Urrutia representaría ese renovado interés hacia un tipo de narrativa que hemos relacionado con la inquietante extrañeza y que un grupo de artistas están desarrollando como consecuencia de aquella sensibilidad que Nicholas Royle reconocía en el sujeto contemporáneo. Con el fin de profundizar en esta cuestión nodal, nos gustaría abordar en el siguiente apartado algunas reflexiones que el filósofo y teórico cultural coreano Byung-Chul Han está elaborando en torno a ciertos conflictos de la sociedad contemporánea.
1.3. Belleza y negatividad
Byung-Chul Han reconoce un exceso de positividad y de transparencia en la sociedad contemporánea que, anulando la posibilidad de lo otro y de lo extraño, niega todo espacio de esa negatividad que, como hemos visto, aparece en las imágenes de Urrutia.
Para Han el alma humana necesita demorarse en lo negativo pues, según el filósofo, "la negatividad del desgarramiento y el dolor es lo único que mantiene con vida al espíritu" (Han, 2017:51). De acuerdo con esto, consideramos que el trabajo de Urrutia produce ese desgarramiento que transporta al sujeto fuera de sí mismo, dirigiéndolo hacia lo inhóspito y lo extraño. Es decir, hacia ese territorio de lo otro que Han reconoce como necesario. El artista nos invita a abordar ese tipo de experiencia que, según el filósofo, la sociedad contemporánea tiende a rechazar por miedo a enfrentarse a lo siniestro y lo desapacible (Han, 2017). El lenguaje pictórico de Urrutia actúa como contrapeso a ese exceso de transparencia y de visibilidad que Han observa en la sociedad y que, según el autor, "no permite lagunas de información ni de visión" que permitan una reflexión sosegada (Han, 2013:17). El problema de este exceso de exposición es que no facilita esa demora en lo negativo que nuestro pintor busca y que el filósofo considera necesaria, pues "tanto el pensamiento como la inspiración requieren un vacío" (Han, 2013:17). Por lo tanto, el trabajo de Urrutia ofrece ese espacio de negatividad y vacío que apunta Han mediante imágenes donde se contiene lo visible para fomentar el sentido de lo oculto, lo misterioso y lo inaccesible.
También Byung-Chul Han en La salvación de lo bello afirma que esa negatividad que se relaciona con los conceptos de lo oculto, lo misterioso y lo inaccesible que aquí hemos presentado es esencial al mismo concepto de belleza, constituyendo su poder de seducción (Han, 2015). Una relación entre estos dos conceptos que ya Eugenio Trías había localizado y que, según el autor, se daba cuando las categorías estéticas de lo bello y lo siniestro permanecían unidas. Recordemos que en Lo bello y lo siniestro Trías señalaba que "una de las condiciones estéticas que hacen que una obra sea bella es su capacidad por revelar y a la vez esconder algo siniestro" (Trias, 2006:80).
En este sentido, podemos considerar que las obras de Urrutia se definen por llevar al límite esa relación entre lo bello y su sombra, satisfaciendo así las características que tanto Trías como Byung-Chul Han asocian a la idea de belleza. La representación de atmósferas oscuras y situaciones amenazantes en las obras de nuestro artista hacen visible una belleza que conmueve al espectador y que imposibilita las lecturas superficiales y narcisistas a las que invita la aceleración de la sociedad contemporánea.
Conclusión
Este estudio nos ha permitido señalar que el interés de Alain Urrutia por trabajar un tipo de poética relacionada con la inquietante extrañeza freudiana remite a la necesidad de expresión de las tensiones que sufre el individuo contemporáneo. Frente a esa disminución de la capacidad contemplativa y reflexiva que Byung-Chul Han observa en la sociedad contemporánea, Urrutia elabora un lenguaje pictórico que denota una alta tensión narrativa y que exige una atención minuciosa por parte del espectador. Como hemos podido observar, el uso de recursos formales como el encuadre, la fragmentación o la borrosidad de sus imágenes, le permite al artista ocultar elementos que son necesarios para comprender el sentido de la obra, ralentizando así el tiempo de percepción de la misma. De este modo, Urrutia ofrece ese espacio de negatividad que el filósofo coreano considera vital para el desarrollo del conocimiento humano. Sus imágenes son una invitación a que el espectador se adentre en lo que está oculto con el fin de estimular un posible descubrimiento de un enigma inabarcable.